La Simulación: Parámetros de Fabrica
- Enrique Buendía
- 19 dic 2024
- 6 Min. de lectura

En los tres capítulos anteriores me di a la tarea de explicar que de vivir en una simulación, habría elementos sutiles en la realidad que un ojo aguzado debería observar; desde fenómenos imposibles grabados insitu, hasta sincronicidades inexplicables cuya probabilidad de suceder es ínfima, las evidencias no nos dejarían más opción que me preguntarnos si la realidad en que vivimos no es otra cosa que un sueño, como ya dijo Pedro Calderón de la Barca en su poema, "La vida es sueño" en el siglo diecisiete, y como en su momento la película "Matrix" nos hizo reflexionar a finales de los noventa. Película en donde, por cierto, el Oráculo o adivina tiene un papel trascendental, siendo esta la responsable de dictaminar, si el "Elegido" es o no el indicado según la profecía. Morfeo que en la cultura grecorromana se asocia justamente al Dios del sueño y el mundo onírico, es quien guía al elegido hacía ella, quién más que responder si él es el elegido, lo cuestiona con respecto a si él cree serlo, es decir, lo hace responsable de su decisión y así de su destino. Pues bien, no es casualidad que en la tercera parte de esta saga, haya incluido a los oráculos de nuestro ensueño, personajes que como el Oráculo, nos advierten de situaciones futuras, no como un destino inevitable, sino como el resultado de un cálculo infalible.
En este cuarto capítulo, parto de la idea de que efectivamente vivimos en una simulación y de está premisa teorizo que así como nuestra tecnología es capaz de crear mundos virtuales simulados, nosotros podríamos ser una simulación creada por una entidad desconocida (meaby Dios) , infinitamente más desarrollada tecnológicamente que sin motivo aparente, se divierte, aprende, se nutre, investiga o juega con nosotros. Esta entidad superior, esta divinidad tecnológica, habría tenido que crear la realidad en base a sus propios instrumentos que por muy avanzados que fueran, tendrían una limitante tecnológica, que aunque imperceptible a nuestros ojos, harían una realidad imperfecta y contenida dentro de unos parámetros dictados impuestos por el hardware usado para crear y mantener la simulación. Desde este punto de vista, lo que he presentado en los tres capítulos anteriores serían evidencia de fallos en el sofware (malware) del sistema de realidad que nos gobierna, en tanto que este capitulo se centraría en los problemas del hardware en donde el los programas se desarrollan.
De ser cierto esto, habrían parametros fundamentales sobre lo que está construida la realidad. La velocidad de la luz, las fuerzas fuerte y débil, el mínimo de Planck, la constante de gravitación universal, entre otras cosas, no serían consecuencias azarosas de un caldo de cultivo primigenio que dio luz al universo que conocemos, por el contrario, estos valores habrían salido de los propios valores del equipo empleado para lograrlo y habrían sido cuidadosamente seleccionados para darle a la realidad, el aspecto terso que tiene hoy. En palabras llanas, estos valores corresponderían a los parametros de fabrica que veríamos en el instructivo de un ordenador que compramos hoy.

Veamos, la luz es una magnitud absoluta, una asíntota para todo objeto que tenga masa, nada puede acercarse a su velocidad excepto ella misma, y esto en física se conoce como error. La velocidad de la luz 299,792,458 m/s no puede aumentar, ni disminuir en el vacío, aún si esta velocidad es impulsada por una fuerza externa. Es como si se tratara de una velocidad establecida a priori, como si de un procesador se tratara y que impediría que los cálculos y programas puedan correrse a una velocidad superior.

Vinculado a esta velocidad estaría el poder de procesamiento de un sistema informático en términos de frecuencia y de longitud de onda. Si un Hertz es un ciclo por segundo, las computadoras actuales tienen un poder de procesamiento de 9 GigaHz, es decir, 9 mil millones de hertzios (9 000 000 000 Hz), que traducido a operaciones por segundo, equivale a 1.1 exaflops, o 1.1 quintillones de operaciones por segundo. Esto que en si mismo es una proeza humana, palidece con la capacidad de procesamiento que posee la realidad que conocemos. En estos términos, la máxima frecuencia que el universo nos ofrece son los rayos gama cuya frecuencia es de 10,000,000,000,000,000,000,000,000 Hz o 10 billones de GigaHz. Estas energías son detectadas durante eventos sumamente violentos, como explosiones de supernovas, agujeros negros y fusiones de estrellas de neutrones. Esto significaría que en términos de procesamiento computacional, nuestra tecnología estaría a 0.000000000000009 de la capacidad computacional del universo. Esto explicaría porque la realidad que vemos es tan congruente y precisa, con respecto a las obtusas simulaciones computacionales humanas, dicho de otro modo, la cantidad de operaciones por segundo que podría realizar esta simulación seria de 1000 billones 222 mil millones 222 millones de exaflops o quintillones de operaciones por segundo.
1,1 exaflops vs 1000 billones exaflops
De la misma manera, el mínimo de Planck delimita el espacio más pequeño que puede existir, este es de una dimensión inimaginable; 10¯³⁵ metros. Lo que debemos entender aquí, es que este espacio es el mínimo necesario en el que pueden interactuar la masa, la fuerza de gravedad y el espacio-tiempo. Dicho de otro modo, es el mínimo espacio, en donde la mínima masa, puede colapsar sobre sí misma, sometida a la constante de gravitación universal. Más allá de esta dimensión, las leyes de la física dejan de existir, no hay realidad consistente por debajo de esta magnitud, es pues el pixel que determina el detalle de la realidad que percibimos con nuestros sentidos. El lienzo en donde se dibuja la realidad, estaría hecho de mil trillonésimos de billonésimos de puntos con esta magnitud, en un espacio de apenas un billonésimo de nanómetro.
Por otro lado, las fuerzas débil y fuerte definen la atracción de los electrones con su núcleo, y la atracción de los neutrones con los protones al interior del núcleo, respectivamente. Ambas fuerzas están en la base de lo que nosotros conocemos como materia, y si sus magnitudes fueran diferentes, el universo que conocemos no existiría. Nadie, hasta hoy, ha explicado el porqué tienen estas magnitudes.
Otros valores también apuntan a que en nuestra realidad hay mínimos o máximos, asíntotas que delimitan la fronteras de la realidad. La constante de Planck por ejemplo, nos daría el mínimo de energía en Julios que puede existir uno punto cero cincuenta y cuatro por diez a la menos 34, lo que en otros términos corresponde al cero absoluto, a la mínima entropía; lo contrario de lo que significa la máxima entropía que sin duda está emparentada con otra frontera también insuperable, y que ya mencioné, la velocidad de la luz.
Todas estas magnitudes podrían dar cuenta de una realidad prefabricada, muy similar a como leemos en un instructivo los parametros básicos de una computadora:
Velocidad del procesador: 299,792,458 m/s
Poder de procesamiento: 1000 billones de exaflops
Mínimo Consumo de energía: 1.054571817 × 10-34 J
Definición de imagen: 10¯³⁵ metros
Sistema operativo: Teoría unificada/Teoría de Cuerdas
Por otro lado, la secuencia de Fibonacci y el número Áureo, nos dejan ver que todo en el universo se organiza bajo los mismos parametros; la perfección es una arquitectura predeterminada que dicta el crecimiento de los brazos de una galaxia y los pétalos de una flor.
Secuencia de Fibonacci: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89 ...
Número Áureo: 5/8=8/13=13/21=21/34=34/55=55/89=0.61

Este número no puede ser casual y su existencia debe encontrarse en lo más íntimo de la realidad fractal, en donde lo infinitamente pequeño es idéntico a lo inmensamente grande. El patrón se repite al infinito, lo que de alguna manera podría simplificar la organización en la programación de la REALIDAD, y permitiría el ahorro de recursos.

La física cuántica no deja lugar a dudas que, en lo que concierne a la realidad, el observador es un ente activo y no un mero espectador. Sin el observador, la realidad no existe, y por ende, se vuelve un elemento fundamental en su construcción. Pero esto atenta contra nuestro sentido común porque para nosotros, en nuestro mundo material, lógico, cronológico y secuencial, nadie debería influir en la inevitable consecuencia de las causas, y sin embargo, sucede, los milagros son prueba de ello, las sincronicidades, evidencian que no miento, pero qué son, sino ínfimas posibilidades puestas en relieve. Pero de esto hablaré en mi siguiente post.
Comentarios