El origen del miedo
- Enrique Buendía
- 11 sept 2024
- 4 Min. de lectura

Todos hemos sentido un miedo inexplicable, un sentimiento que nos inunda de repente, que llega sin explicación y nos pone en alerta de qué algo nos acecha, aunque en nuestro campo de visión, aparentemente no haya nada. Deben ser mis nervios, pensamos, es mi imaginación que me traiciona, nos decimos para retomar el aliento y darnos valor.
¿Y si no fue nuestra imaginación, ni nuestros nervios, si realmente hay algo ahí que nos observa, algo invisible, un horla que en las sombras de la realidad espera el momento de atacar? ¿Podría ser esto real? Veamos.
¿Qué vemos cuando decimos que vemos, qué oímos cuando decimos que oímos, que sentimos cuando decimos que sentimos? Aparentemente no mucho, a juzgar por el espectro sensitivo del ser humano. El rango de frecuencias que podemos detectar con nuestros sentidos esta limitado por lo que la evolución creyó necesario para la subsistencia humana. Por encima y por debajo de estos rangos, no vemos, no oímos y no sentimos. Y para colmo, de eso que los sentidos sí pueden detectar, el cerebro filtra todo lo que a su juicio es innecesario para nuestro devenir cotidiano. La realidad que percibimos esta limitada y censurada por nuestra capacidad sensitiva, que depende de nuestra biología; y nuestra capacidad mental, que es quien procesa y determina, lo que es bueno o no conocer y reconocer.
La pregunta es entonces necesaria, ¿Y qué determina lo que es bueno, peligroso o prioritario para nuestra sobrevivencia? Yo creo que nuestras creencias, nadie puede percibir lo que no esta preparado para asimilar. A fuerza de prueba y error, desde la cuna, el cerebro va creando ramificaciones neuronales que un día, nos permitirán ver el mundo como dice la gente que es. En tanto los niños, cuyas redes neuronales están en formación, dicen tener amigos imaginarios, o ver entidades que sus padres no. ¿Será que por su corta edad, el cerebro en formación, no alcanza todavía a filtrar determinados pedazos de realidad que de adultos ya no percibimos?
El "más allá", no se referiría entonces, a una dimensión ajena a la nuestra, el "más allá" sería la dimensión en la que nos movemos, pero que no apreciamos porque convivimos en ella bajo el filtro que nos impone el cerebro. La mente es la gran traductora que transforma frecuencias en colores, música y materia, pero que igualmente ignora lo que a juicio de la evolución, no tiene un beneficio directo para nuestra supervivencia, o no representa un peligro inminente a nuestra subsistencia. El origen del miedo radica en los remanentes que nuestros sentidos perciben, pero que la mente elimina de nuestra realidad para nuestra salud mental; el origen del miedo son las energías que impregnan nuestro subconsciente pero que no se concretan como entidades reales; el origen del miedo es lo que captamos, pero no hacemos consciente; el origen del miedo es lo que nos dice que en ese "más allá", algo acecha. Hay quien llama a esto intuición, sexto sentido, o percepción extrasensorial. Por esto cerramos los ojos cuando algo nos da miedo, porque de qué sirven los ojos cuando no vemos con ellos.
No olvidemos también que según el marco referencial en que este canal ubica al Ávatar con respecto a la Simulación a la cual está inevitablemente conectado, podría ser también compartida por otro tipo de entidades cuya frecuencia vibracional los haría moverse en una dimensión distinta, pero que no evitaría que compartiéramos los mismos recursos informáticos, las mismas limitantes estructurales y por ende, las mismas fracturas e incongruencias algorítmicas que en un momento dado les permitirían, como a nosotros, romper los candados dimensionales que nos separan e inmiscuirse en nuestra parcela de realidad. De ser así, estas entidades crearían portales Intervibracionales o interdimensionales, da igual, para materializarse de pronto en nuestra realidad, y obtener de ello el mejor partido. Que sea para bien o para mal, no importa, el hecho mismo de tener la experiencia asusta.
Así las cosas, el origen del miedo lo explico en este marco referencial; como consecuencia natural del arquetipo intrínseco del Ávatar, el cual es capaz de ver, oír y sentir entidades vibracionales cercanas a sus llaves de acceso a la simulación o sentidos; pero que se autocensura y antes de hacer consciente estas realidades, las bloquea enviándolas al subconsciente, donde las encierra, dejando al Ávatar con la sensación o intuición de que hay algo que no puede explicar pero que presiente que lo amenaza. Estas entidades intrínsecas a la simulación que logran superar la barreras inerdimensionales o intervibracionales, son capaces de presentarse en nuestra realidad e interactuar con nuestra consciencia, que en la mayoría de los casos las censura.
Para terminar diré que no sé si la maldad existe, o nos acecha, pero sé que somos intocables en la medida en que creas serlo, en la medida en que aunque estemos rodeados de peligros invisibles, sepamos que esas energías que sientes pero no puedes ver, no pueden hacerte daño, porque el amor no es comestible por entidades del bajo Astral.
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