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Capacidades Extrasensoriales vs Evolución de la Conciencia

  • Foto del escritor: Enrique Buendía
    Enrique Buendía
  • hace 3 días
  • 5 Min. de lectura
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Si la conciencia ha evolucionado a lo largo de la historia de los seres vivos, esta bien pudo haber sido empujada y diferenciada por intrínsecas necesidades biológicas de cada especie, que permitieron a cada una de ellas, desarrollar habilidades específicas a su subsistencia. El ser humano podría tomarse, con las reservas del caso, como el epítome del desarrollo cognitivo y por ende, el ser con la conciencia más evolucionada de la naturaleza, el lenguaje como eje de la comunicación, no solo facilita el intercambio de información con sumo detalle, sino que nos define como sociedades y nos ha dado cultura y pertenencia; sin embargo aquí yo me pregunto si es el lenguaje y con él, el dominio del símbolo, la cima más alta de una conciencia evolucionada o si bien, habría otros estados posteriores de desarrollo que superarían nuestra conciencia o habilidad lingüística, permitiendo otras vías de intercambio de información no materiales. Veamos.



Dejando el pansiquismo de lado y tomando solamente a los seres vivos como depositarios de la conciencia, esta pudo evolucionar en función de sus necesidades contextuales. Alimentarse, guarecerse, recordar, comunicarse, reproducirse, y prospectar; serían etapas importantes en la evolución de una conciencia biológica. La necesidad de alimentarse implicaría desplazamientos y con ello, la evolución de una conciencia espacial; la necesidad de guarecerse implicaría poner el énfasis en la frecuencia de acciones anteriores que hayan puesto en riesgo sus vidas y con ello, la evolución de una conciencia temporal y memorística; la necesidad de unidad ante los peligros y oportunidades, implicaría desarrollar una conciencia social y con ella la necesidad de comunicar y su consecuente conciencia lingüística para entidades altamente evolucionadas. Finalmente reproducirse que es una necesidad primaria entre todos los seres vivos y el culmen de toda especie, acarrearía la necesidad de una conciencia sexual, junto a una conciencia emocional que les permitiría, a las especies más evolucionadas, tener empatía con sus congéneres, no por el beneficio intrínseco que significa ayudarse ayudando a otros, sino por el simple hecho que el bienestar ajeno, tendría una repercusión positiva en el ánimo de la entidad que lo produce.


No todas las entidades biológicas, en su camino en la evolución, han desarrollado el mismo tipo de conciencias; ni de la misma manera, ni con el mismo detalle; de las plantas, hasta los seres humanos, pasando por los insectos , han priorizado el tipo de conciencias que les han permitido adaptarse mejor al medio en el que viven. Mas allá de alimentarse, protegerse y reproducirse, seres más desarrollados en la escala evolutiva han encontrado matices que han terminado por definir conciencias que la mayoría de las especies parece no haber desarrollado. El intercambio de información parece ser el fiel de la balanza en esta selección natural; el lenguaje humano sería la prueba más evidente, el detalle al describir lo que deseamos, lo que nunca será y lo que pudo ser a la luz de lo que fue, nos ilustra que el lenguaje es el puente entre lo real y lo imaginario; lo que de manera invisible ilustra que el subconsciente del ser humano, sabe que todo es apariencia. De ahí la importancia del arte y la explicación del porqué de la ciencia; la representación, el símbolo lo es todo, sin él, no habría matemáticas, ni simulaciones. Cabría preguntarnos si este es el techo en la evolución de la conciencia, o si esta evolución podría escalar a niveles superiores; compleja pregunta a la luz del tipo de paradigma materialista en el que vivimos. La ciencia cartesiana parece admitir la existencia de lo invisible solo a escalas atómicas, pero se niega a aceptar que en lo macro, lo invisible e intangible, también podría ser medio y fuente de información. La telepatía, la precognición, la postcognición y la telequinesis serían ejemplos de cómo la evolución no se detendría en la decodificación del símbolo por medio del lenguaje, sino que ejemplificarían que la comunicación y aún, la interacción, pueden darse de manera no material y de forma atemporal. Hablando en términos evolutivos, este es un rasgo que al parecer, algunos seres poseen, y yo me atrevería decir que probablemente no es exclusivo del ser humano. Sobradas evidencias apuntan a que los animales y hasta las plantas son capaces de interactuar con el medio, sin que por ello medie un elemento material que los conecte. Perros que se adelantan al inicio de terremotos, o que detectan enfermedades y riesgos para sus dueños; plantas que reviven o mueren solo por la presencia de personas energéticamente benéficas o dañinas, son ejemplos de que lo invisible también puede ser usado por la conciencia.


Desde mi perspectiva, el siguiente paso evolutivo en la conciencia es lo que yo llamo suprametaconciencia, la conciencia que no solo se sabe consciente, sino que entiende que su conciencia es responsable de la realidad en la que vive, su creadora y no su huésped. Una conciencia así no requeriría de lenguajes, tiempo o espacio, sabría que es una con la materia y podría modificarla a su voluntad simplemente usando el pensamiento. Probablemente este progreso, hoy escasísimo entre los seres humanos, permearía entre toda la humanidad cuando esta entienda, acepte y viva lo que hasta hoy cree imposible, que hacer lo que se cree y se desee es potencialmente posible. Sin embargo creer que lo imposible es posible, es más difícil que hacer de lo imposible realidad. Creer es hacer y no al revés. Remisiones extraordinarias y sincronizaciones inexplicables son ejemplos de que la realidad es más barro que diamante, por mucho que su brillo nos deslumbre y a muchos ciegue.


Quizás y solo quizás, la clave está en aceptar que la realidad firme y temporal, no es otra cosa que lo que creamos cuando soñamos, y que despertar en consecuencia, tiene todo el sentido cuando hablamos de realidad y conciencia.


No puedo terminar este pequeño ensayo sin justificar el porqué la ciencia actual y su método científico no puede abordar, ni explicar el fenómeno antes descrito. La experiencia de la realidad es algo subjetivo, depende de cada persona, no se puede explicar qué es el dolor porque el sufrimiento depende de quien lo padece, las cualidades de los objetos son los efectos subjetivos de elementos reales físicos en la mente humana, no es como es la cosa en sí, es como se nos aparece a nosotros, y esta traducción ya es una manipulación de la conciencia; esto lo explica mejor Tomas Nagel: "Si el carácter subjetivo de la experiencia es completamente comprensible solo desde un punto de vista, entonces todo viraje a una mayor objetividad nos va a llevar más lejos de la verdadera naturaleza de este fenómeno".




 
 
 

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